La colegiala acarició con picardía el rostro de su amante, dejando claro quién llevaba las riendas de aquella noche llena de pasión.
En un acto de complicidad y deseo mutuo, se entregaron a una experiencia fuerte y apasionada en el apartamento, sin intención de detenerse hasta que ambos alcanzaran el clímax.
En el apartamento, la intensidad del deseo los impulsaba